martes, 17 de marzo de 2020

Oportunidad para reflexionar y tomar acción


Mucha confusión se genera cuando en el mes de marzo, concretamente el 8 del mismo mes, en el marco del Día Internacional de la Mujer, se toma esta fecha como una celebración o festividad similar al Día de la Madre. El trasfondo de esta fecha es más bien una llamada de atención directa y severa a la sociedad en general.


 Hombres y mujeres, en muchas sociedades del mundo, han establecido sociedades patriarcales a lo largo de la historia y esto ha normalizado, entre muchos otros, un fenómeno lamentable y peligroso: la superioridad del hombre sobre la mujer.

Por un lado, se ha entendido y legitimado que el hombre es el de vida pública, digno de reconocimientos personales, profesionales y laborales. El hombre es el que debe figurar como propietario de casas y negocios. Es el que tiene preponderancia en el hogar, en la vida social, política y es principal eje de la economía. A la mujer, por su parte, se le ha relegado a las labores domésticas, el cuido de los hijos, de los adultos mayores y la asistencia al marido.

Más lamentable aun es que ha habido incontables casos de mujeres agredidas por sus parejas, e incluso asesinadas. ¿En qué momento se volvió esto tan normal? En otros ámbitos, la sociedad crea protocolos para atender epidemias e infecciones pero no le pone la misma y urgente atención a una patología sicológica tan arraigada como los crímenes de género que contabilizan muchas más muertes que las mismas epidemias que hoy cobran miles de vidas.

El Día Internacional de la Mujer, por su origen histórico, clama por hacer conciencia a nivel global sobre algo tan lógico pero al mismo tiempo ilógicamente discutido como la igualdad y equidad entre ambos géneros, y para que no existan distancias profesionales, salariales o sociales entre ambas poblaciones. Del mismo modo, las luchas que en la actualidad se han desarrollado buscan también que se generen nuevas y necesarias masculinidades que responden a la evidente realidad de que todo ser humano, sin distinción, necesita espacios para desarrollarse, sin ningún tipo de distinción.

¿Hay diferencias entre hombres y mujeres? Por supuesto, especialmente a nivel biológico. Pero ambos sienten, tienen sueños de superación, tienen capacidades para liderar y gerenciar proyectos laborales y de vida, triunfan en diferentes ámbitos y sus acciones responden al deseo más grande que la humanidad puede albergar: vivir, ser felices y plenos. Entonces, ¿qué estamos haciendo cada uno y cada una en nuestro propio escenario para que esto deje de ser un ideal y se convierta en una realidad?


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Más notas de su interés