martes, 7 de enero de 2020

“Los desastres no son naturales”


Richard Ordoñez | Revista SOMOS CR

El desastre, por definición de especialistas internacionales en la materia, “es un riesgo no manejado”. Por su parte, los riesgos son problemas no resueltos del desarrollo. Así, hay una relación intrínseca entre desastre y el desarrollo. El desastre se revierte cuando se pone atención en la gestión del riesgo desde el modelo de desarrollo. Las anteriores son afirmaciones que para algunas personas puede implicar replantear su visión o entendimiento sobre el término “desastres naturales”.

Alexander Solís Delgado, Presidente de la Comisión Nacional de Emergencias.

En el año 2016, el huracán Otto impactó directamente en Costa Rica con una gran afectación en Upala, Los Chiles, Guatuso, Liberia y Bagaces. Hasta antes de eso, era impensable que esto sucediera porque los huracanes siempre se desviaban antes de impactar al país, lo que pone a la sociedad sobre la noción real de que las posibilidades de enfrentar la fuerza de un fenómeno natural, son reales. Sin embargo, los efectos de estos fenómenos en las poblaciones no se pueden achacar al fenómeno como tal, según indica don Alexander Solís Delgado, Presidente de la Comisión Nacional de Emergencias.

“El tema de que los desastres no son naturales se fundamenta en que la ecuación del desastre depende del resultado entre amenazas y vulnerabilidad. Es decir, si voy a ser impactado por una onda tropical no muy peligrosa pero vivo a la orilla de un río, mi riesgo es muy alto. Por otro lado, si vivo por donde va a pasar un huracán pero estoy preparado para protegerme como es debido, el riesgo será mínimo e incluso nulo. No es lo mismo que llueva fuerte en Río Claro con posibilidad de deslizamientos, a que llueva fuerte en una urbanización que no está en área inundable. Por ese motivo se afirma que los desastres o los efectos de un fenómeno (riesgo) no son naturales”, indicó Solís.

Por lo anterior, la amenaza es el factor externo del riesgo, mientras que la vulnerabilidad es el interno. Así, los desastres no son naturales porque la vulnerabilidad se construye o se disminuye socialmente.

“No podemos modificar el clima, pero sí nuestra preparación y prevención ante un fenómeno. Las inundaciones en áreas urbanas, por ejemplo, se dan por lluvias fuertes pero también porque el crecimiento de las ciudades no se ha planificado correctamente, además de que los caños son muy estrechos y existen personas que los llenan de basura (educación). Adicionalmente, tendemos a impermeabilizar los barrios quitando áreas verdes que son las que succionan las lluvias”, agregó.

La CNE nace en 1969 con un enfoque atencionista porque surge a raíz de las erupciones volcánicas del Irazú y del Arenal de la época. A partir de 1980, la institución se fortalece con una nueva visión gracias a las autoridades de aquel momento, incorporando la prevención, mitigación, educación y se crea un departamento de comunicaciones. En la década de 1990, la Organización de las Naciones Unidas declara “El decenio internacional para la reducción de los desastres naturales”. Pero en la segunda parte de esta década es que comenzamos a darnos cuenta que los desastres no son naturales, sino que es el mismo ser humano el que crea el nivel de vulnerabilidad frente a los peligros de los fenómenos naturales, es un tema de desarrollo.

Muchas de las emergencias que las instituciones como la Cruz Roja, Bomberos o la CNE atienden, se originan en la falta de visión inicial para prevenirlas. De ahí que es evidente que el comportamiento del clima no se pude controlar o manipular para disminuir el riesgo de desastres, sino que es la prevención inicial la que marca el nivel de riesgo que se enfrentará ante un fenómeno.

“La ley establece, por ejemplo, una cantidad de metros a las orillas de los ríos en los que no debería haber absolutamente nada porque los ríos, por naturaleza, va comiendo esos espacios pero la gente invade y construye en esos sectores para tener acceso al agua. Las municipalidades no deberían permitir que se construya en esos sectores y es ahí cuando hablamos de un mal ordenamiento territorial. Los desastres los construimos nosotros desde el punto en el que nos ubicamos”, concluyó.

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