Actualmente
hay un aumento progresivo de niños con alergias alimentarias, sin embrago
existe mucha desinformación en la población general, lo cual retrasa el
diagnóstico y complica el manejo de las mismas.
Este
artículo pretende dar una pincelada acerca de las generalidades, síntomas más
frecuentes, manejo y pronóstico de las alergias alimentarias.
Una
alergia alimentaria es un efecto adverso en la salud, proveniente de una
respuesta específica del sistema inmune que ocurre de forma repetida ante la
exposición a determinado alimento. El alérgeno alimentario sería la parte de un
alimento o ingrediente de una comida (usualmente proteínas) que es reconocida
por el sistema inmune y que causa los síntomas de alergia, mientras que una intolerancia
alimentaria es un efecto adverso en la salud producida por un alimento, pero
que no involucra al sistema inmune y que se puede generar por un efecto local a
nivel del intestino, como por ejemplo, la intolerancia a la lactosa,
intoxicación alimentaria y malabsorción de carbohidratos.
Se
estima que un 5% de la población de niños menores de 5 años padecen de alguna
alergia alimentaria. En Costa Rica no hay estudios
que evidencien la prevalencia actual de esta patología, pero sí ha habido un
incremento de los niños con este diagnóstico.
En
Estados Unidos los alimentos que con más frecuencia producen algún tipo de
alergia son la proteína de la leche de vaca, huevo, maní, nueces, pescado, crustáceos
y mariscos, mientras que en Costa Rica son la proteína de la leche de vaca, soya,
clara de huevo, trigo, maní, nueces, pescado, mariscos, carne de res y pollo.
Es sumamente infrecuente la alergia a verduras y frutas, incluyendo cítricos.
Los
niños que tienen más riesgo de padecer alergia alimentaria son aquellos que
padecen de rinitis, asma o alergia en piel o que tienen un padre o hermano con
rinitis, asma, alergia en piel o alergia alimentaria.
Las
alergias alimentarias se clasifican en mediadas por IgE (se presentan en el transcurso
de las dos horas siguientes a la ingesta del alimento y tienen mayor riesgo de
hacer reacciones severas) y las no mediadas por IgE (se presentan a partir de dos
horas y hasta 3 días posterior a la ingesta). Ambos tipos de alergia pueden
producir síntomas a nivel cutáneo (brote, picazón), ocular (lagrimeo,
enrojecimiento, picazón), nasal (congestión, picazón, estornudos), respiratorio
(tos, silbidos o apretazón de pecho), cardiovascular (taquicardia, presión
baja, mareos) y gastrointestinal (náuseas, dolor abdominal, reflujo, vómitos,
diarrea, heces con sangre). Algunos niños pueden tener problemas para ganar
peso e irritabilidad.
Cuando
se tiene la sospecha clínica, es importante que el médico haga una historia
clínica completa, dando énfasis a los síntomas y al momento de aparición de
estos posterior a la ingesta del alimento, tipo de alimento (cantidad,
preparación, exposición previa), fuente del alimento (evidente, oculta,
contaminación cruzada), vía de exposición (oral, inhalada, por contacto) y los
factores involucrados (ejercicio, uso concomitante de aspirina, infecciones
virales, menstruación).
El
diagnóstico se basa en la sospecha clínica y en la dieta de eliminación, la
cual consiste en eliminar el alimento sospechoso y valorar si los síntomas
desaparecen al ser suspendido de la dieta del niño. Es de suma importancia que
el niño sea valorado por un alergólogo pediatra y sea él quien valore qué tipo
de estudios necesita. Si la alergia es mediada por IgE, se pueden hacer
mediciones de anticuerpos en sangre (IgE específicas para el alimento en
particular) y Prick Test por el alergólogo. Si es no mediada por IgE, el alergólogo
puede valorar si le realiza al niño pruebas de parches. En algunos casos, es
necesario hacer endoscopía digestiva por un gastroenterólogo pediatra, para
valorar si hay algún tipo de inflamación en el tracto digestivo o descartar
otros diagnósticos.
El
manejo está dirigido a eliminar de la dieta del niño el alimento problema. En
los casos de alergias mediadas por IgE, los cuidadores deben estar entrenados
para el uso de Epinefrina, medicamento indicado para el manejo de la anafilaxia
(reacción alérgica severa que compromete la vida del paciente); en este tipo de
alergia, el alergólogo valorará la reintroducción del alérgeno, según la edad
del niño y los niveles en sangre de IgE. En algunos casos, se puede valorar el
tratamiento crónico con inmunoterapia e inducción de tolerancia, sin embargo esta
medida es para el manejo de niños más
grandes. Si el niño tiene alergia no mediada por IgE, debe continuar con dieta
exenta del alérgeno y valorar por parte del alergólogo, la edad en la que se
hará la reintroducción del alimento.
El
manejo de estos niños debe ser interdisciplinario, con colaboración de
especialistas en pediatría, nutrición, alergología y gastroenterología. Además,
en muchos casos es necesario el apoyo por sicología, terapia ocupacional y de
lenguaje, ya que muchos niños hacen trastornos de alimentación, como aversión,
neofobia o disfunción motora oral, por la poca exposición a los alimentos y el
miedo a una reacción alérgica, producto del consumo de un alimento.
En
cuanto al pronóstico de esta patología, la mayoría de los niños han superado
la alergia al huevo a los 4-5 años, al
trigo a los 5-6 años, a la leche a los 6 años y a la soya a los 4-10 años;
pueden persistir con alergia a maní y nueces a lo largo de la vida.
Escrito por la Dra.
Adriana González Rojas | Pediatra
Hospital
Nacional de Niños y Hospital Metropolitano
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