martes, 28 de agosto de 2018

Alergias alimentarias en niños


Actualmente hay un aumento progresivo de niños con alergias alimentarias, sin embrago existe mucha desinformación en la población general, lo cual retrasa el diagnóstico y complica el manejo de las mismas.



Este artículo pretende dar una pincelada acerca de las generalidades, síntomas más frecuentes, manejo y pronóstico de las alergias alimentarias.

Una alergia alimentaria es un efecto adverso en la salud, proveniente de una respuesta específica del sistema inmune que ocurre de forma repetida ante la exposición a determinado alimento. El alérgeno alimentario sería la parte de un alimento o ingrediente de una comida (usualmente proteínas) que es reconocida por el sistema inmune y que causa los síntomas de alergia, mientras que una intolerancia alimentaria es un efecto adverso en la salud producida por un alimento, pero que no involucra al sistema inmune y que se puede generar por un efecto local a nivel del intestino, como por ejemplo, la intolerancia a la lactosa, intoxicación alimentaria y malabsorción de carbohidratos.

Se estima que un 5% de la población de niños menores de 5 años padecen de alguna alergia alimentaria.  En Costa Rica no hay estudios que evidencien la prevalencia actual de esta patología, pero sí ha habido un incremento de los niños con este diagnóstico.

En Estados Unidos los alimentos que con más frecuencia producen algún tipo de alergia son la proteína de la leche de vaca, huevo, maní, nueces, pescado, crustáceos y mariscos, mientras que en Costa Rica son la proteína de la leche de vaca, soya, clara de huevo, trigo, maní, nueces, pescado, mariscos, carne de res y pollo. Es sumamente infrecuente la alergia a verduras y frutas, incluyendo cítricos.

Los niños que tienen más riesgo de padecer alergia alimentaria son aquellos que padecen de rinitis, asma o alergia en piel o que tienen un padre o hermano con rinitis, asma, alergia en piel o alergia alimentaria.

Las alergias alimentarias se clasifican  en  mediadas por IgE (se presentan en el transcurso de las dos horas siguientes a la ingesta del alimento y tienen mayor riesgo de hacer reacciones severas) y las no  mediadas por IgE (se presentan a partir de dos horas y hasta 3 días posterior a la ingesta). Ambos tipos de alergia pueden producir síntomas a nivel cutáneo (brote, picazón), ocular (lagrimeo, enrojecimiento, picazón), nasal (congestión, picazón, estornudos), respiratorio (tos, silbidos o apretazón de pecho), cardiovascular (taquicardia, presión baja, mareos) y gastrointestinal (náuseas, dolor abdominal, reflujo, vómitos, diarrea, heces con sangre). Algunos niños pueden tener problemas para ganar peso e irritabilidad.

Cuando se tiene la sospecha clínica, es importante que el médico haga una historia clínica completa, dando énfasis a los síntomas y al momento de aparición de estos posterior a la ingesta del alimento, tipo de alimento (cantidad, preparación, exposición previa), fuente del alimento (evidente, oculta, contaminación cruzada), vía de exposición (oral, inhalada, por contacto) y los factores involucrados (ejercicio, uso concomitante de aspirina, infecciones virales, menstruación).

El diagnóstico se basa en la sospecha clínica y en la dieta de eliminación, la cual consiste en eliminar el alimento sospechoso y valorar si los síntomas desaparecen al ser suspendido de la dieta del niño. Es de suma importancia que el niño sea valorado por un alergólogo pediatra y sea él quien valore qué tipo de estudios necesita. Si la alergia es mediada por IgE, se pueden hacer mediciones de anticuerpos en sangre (IgE específicas para el alimento en particular) y Prick Test por el alergólogo. Si es no mediada por IgE, el alergólogo puede valorar si le realiza al niño pruebas de parches. En algunos casos, es necesario hacer endoscopía digestiva por un gastroenterólogo pediatra, para valorar si hay algún tipo de inflamación en el tracto digestivo o descartar otros diagnósticos.

El manejo está dirigido a eliminar de la dieta del niño el alimento problema. En los casos de alergias mediadas por IgE, los cuidadores deben estar entrenados para el uso de Epinefrina, medicamento indicado para el manejo de la anafilaxia (reacción alérgica severa que compromete la vida del paciente); en este tipo de alergia, el alergólogo valorará la reintroducción del alérgeno, según la edad del niño y los niveles en sangre de IgE. En algunos casos, se puede valorar el tratamiento crónico con inmunoterapia e inducción de tolerancia, sin embargo esta medida es para el manejo de niños  más grandes. Si el niño tiene alergia no mediada por IgE, debe continuar con dieta exenta del alérgeno y valorar por parte del alergólogo, la edad en la que se hará la reintroducción del alimento.

El manejo de estos niños debe ser interdisciplinario, con colaboración de especialistas en pediatría, nutrición, alergología y gastroenterología. Además, en muchos casos es necesario el apoyo por sicología, terapia ocupacional y de lenguaje, ya que muchos niños hacen trastornos de alimentación, como aversión, neofobia o disfunción motora oral, por la poca exposición a los alimentos y el miedo a una reacción alérgica, producto del consumo de un alimento.

En cuanto al pronóstico de esta patología, la mayoría de los niños han superado la  alergia al huevo a los 4-5 años, al trigo a los 5-6 años, a la leche a los 6 años y a la soya a los 4-10 años; pueden persistir con alergia a maní y nueces a lo largo de la vida.

Escrito por la Dra. Adriana González Rojas | Pediatra

Hospital Nacional de Niños y Hospital Metropolitano





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