Richard
Ordoñez | Revista SOMOS CR
El
cáncer ya no es una enfermedad incurable y el paciente se concibe como un ser
humano que debe ser tratado de forma integral. Esta ha sido la premisa del
accionar en la Fundación Dra. Anna Gabriela Ross desde su creación hace 15
años.
Victoria
Gamboa Ross, miembro del grupo fundador y actual colaboradora de la Fundación,
es también sobrina de la Dra. Ross. Gamboa nos comentó algunos datos y
reflexiones sobre este importante aniversario y la lucha que han desarrollado
en este tiempo.
¿Cuál es la mayor enseñanza que les ha
dejado estos 15 años?
La
mayor enseñanza es que muchas veces es la sociedad la que tiene que movilizarse
para empujar cosas que son importantes con el fin de que estén dentro de la
agenda pública. Hace 15 años nadie hablaba de cáncer, había barreras
estructurales y culturales para hablar de esta enfermedad a profundidad. En
algún momento llegamos a dar una charla y nos pidieron que no habláramos sobre
ésta, era un tema tabú. Lo poco que se hablaba era meramente médico, no había
un abordaje humanista integral. Hoy desarrollamos el tema desde muchas áreas
como la modificación cultural de comportamientos, la relación del cáncer con la
obesidad y la promoción de la prevención y detección temprana. Esto es
importante porque salva vidas.
Cuando iniciaron, ¿les costó mucho abrir la
mente de la sociedad para conseguir aliados?
Sí
costó porque la gente no quería escuchar sobre la enfermedad y esto se debe
mucho a los miedos que existían alrededor de ésta. Aun queda un poco de estos
temores pero ya se sabe que el cáncer no es una enfermedad incurable y que se
debe enfrentar con mucha valentía. Pero al mismo tiempo fue fácil encontrar
gente que apoyara porque el alcance de la enfermedad es tan grande que muchas
personas se identificaron. El rosado nos ha ayudado mucho para identificar la
lucha con específicamente el cáncer de mama. Sin embargo, la Fundación ve todos
los tipos de cáncer.
¿Quién tuvo la iniciativa de crear la Fundación?
La
Dra. Anna Gabriela Ross dedicó toda su vida profesional a la salud pública.
Cuando se le diagnosticó cáncer a los 49 años de edad, le tocó ver la
problemática del cáncer desde la óptica del paciente. Desde ese momento y
viendo los puntos a mejorar en el sistema de salud, comenzó a hablar con
familiares y amigos sobre las debilidades que identificaba y las posibles
soluciones. Lamentablemente, no pudo hacer más ya que desde su diagnóstico
hasta el momento de su muerte pasaron solo tres meses.
En
ese tiempo, mi tía hizo observaciones desde su posición como una persona
experta en el campo médico. Así, en vida, le hicimos una promesa que fue
mejorar la situación de la gente con cáncer en el país. La preocupación de ella
era que el abordaje de la enfermedad debía ser más humanista y que las
condiciones fueran mejores. Nuestra responsabilidad era materializar ese deseo.
Unos días después de su fallecimiento, familiares y amigos creamos esta
Fundación el 4 de octubre del 2003. En ese momento éramos entre 12 y 15
personas. Hoy, la Fundación tiene cuatro personas en planilla y más de 400 voluntarios
profesionales que brindan su trabajo profesional o técnico de forma gratuita
para contribuir con el accionar de la Fundación en beneficio de las personas
que padecen esta enfermedad.
Dedicar
sus últimos meses de vida para reflexionar y señalar los aspectos a mejorar del
sistema en beneficio del paciente, fue una muestra de un gran humanismo y
además de una característica que tuvo en todo su ejercicio profesional, además
de su devoción al servicio público.
¿Cuánto se ha logrado desarrollar la Fundación
en este tiempo?
La
fundación ha crecido con una visión de servicio público y de bien común. Todos
nuestros esfuerzos han estado en mejorar la atención al paciente desde el
ámbito estructural y en la situación integral del cáncer en el país. Nosotros
brindamos un abordaje totalmente nuevo y creemos firmemente que el sistema de
salud se debe fortalecer constantemente, la Caja Costarricense del Seguro
Social (CCSS) tiene una misión muy importante en todo este tema.
Hace
15 años, el abordaje del cáncer era solamente médico. No se conocía lo que
pasaba o sufría el ser humano que lo padecía, faltaba integralidad. Ese ha sido
nuestro trabajo en todo este tiempo porque el cáncer no solo afecta en la parte
médica, también impacta en lo económico, social, familiar, laboral, etc. Hoy, la
visión de abordaje integral del problema es parte de la filosofía en la CCSS.
Hoy al paciente se le diagnostica e inmediatamente se le refiere a recibir su
tratamiento junto con referencias a Sicología, Nutrición y otras especialidades.
La
Fundación ofrece una gran cantidad de servicios siendo los médicos los más
importantes. También hay algunos que son complementarios como sicología,
nutrición, terapia, física, el banco de pelucas, entre otros.
El cáncer
es una enfermedad que empobrece cualquier tipo de billetera. Nosotros ayudamos
a que esta brecha económica se minimice y que todos puedan tener acceso a lo
que necesitan. Por ejemplo, una peluca de pelo natural puede costar unos 1.000
dólares, nosotros las prestamos gratuitamente.
Con
base en los últimos números que se están emitiendo, la incidencia de cáncer en
Costa Rica es relativamente baja, igual que en muchos países desarrollados,
pero la tasa de mortalidad es muy alta porque la detección es tardía. En muchos
países, la detección del cáncer se da en fase inicial, nosotros logramos la
detección en etapa avanzada. Hay países de Europa o el mismo Estados Unidos en
los que se habla de porcentajes de supervivencia llegando a incluso 99%. En
Costa Rica, el porcentaje de supervivencia es de 74%. Es decir, de cuatro
casos, posiblemente una no logre salvarse. Estos datos ilustran en especial la
situación en Gran Área Metropolitana.
¿Con base en su experiencia, cómo se puede
evitar el cáncer de mama?
Un
estilo de vida saludable es esencial para prevenir cualquier tipo de cáncer o
enfermedades crónicas. Además, hay que realizarse estudios para conocer las probabilidades
de desarrollar algún cáncer por contagio genético.
El
término del “autoexamen” está migrando al de “autoconocimiento” que es mucho
más amplio. Este tipo de prevención incluye poner atención en varios factores
como una alimentación correcta y saludable, actividad física, conocimiento de
la historia médica familiar (1 de 8 mujeres con cáncer de mama tiene mutación
genética), hacerse los exámenes a tiempo y el autoconocimiento físico para
conocer su propio cuerpo. Se indica que todas las mujeres deberían hacerse
ultrasonido y mamografía a partir de los 40 años, y si hay sospechas,
ultrasonido y examen clínico mamario a partir de los 30 años.
¿Cuáles han sido los beneficios de la
carrera que ustedes organizan anualmente?
En
octubre del 2003 hicimos la primera caminata, participamos un aproximado de 40
personas. En la actualidad hemos logrado reunir más de 100.000 personas. Quince
años después, la participación sigue siendo gratuita (lo que se cobra son los
implementos que se brindan para realizarla) y con el propósito principal de
exponer este tema tan importante, hacer conciencia y romper mitos y miedos
alrededor del cáncer.
¿Qué falta por hacer en esta lucha?
Es
curioso, los cambios culturales se dieron primero que los cambios
estructurales. La sociedad ha respondido muy bien al mensaje y hoy la gente
habla sobre cáncer. La estructura ha respondido a este cambio, pero lentamente
aun hace falta. Hace 15 años, en el país habían 13 mamógrafos (en ese momento
representaba 7% de los mamógrafos que se necesitaban) y hoy se cuenta con
alrededor de 40 mamógrafos (que representa un 17% de lo que se requiere en la
actualidad).
Hay
que ver el tema de gestión de los recursos para avanzar más rápido en las
instituciones competentes. La CCSS se fundó con la visión de atender
enfermedades infectocontagiosas, hoy la sociedad cambió sus patrones de
enfermedad a enfermedades crónicas, diabetes, cáncer, cardiovasculares, entre
otras. La estructura del seguro social se tiene que adecuar a estas nuevas
necesidades. Como referencia, un mamógrafo puede rondar entre los 300.000 y
400.000 dólares.
Tuve
la oportunidad de ver en el Instituto Nacional de Cáncer en Brasil cómo
trabajaban con poblaciones remotas. A través de digitalización y conectividad,
localizaban un mamógrafo en el Amazonas, pero el especialista que leía e
interpretaba estaba en un centro en la ciudad revisando los datos. Algo así
podría servir para un mayor alcance de comunidades alejadas en Costa Rica.
Le presentan a una persona que le
detectaron cáncer de mama, ¿qué le diría usted?
Que
tenga esperanza, que el diagnóstico no es necesariamente una sentencia de
muerte. Es un momento difícil pero hay recursos para enfrentarlo. Hay miles de
personas y muchas instituciones que tienen la voluntad de apoyar con acciones
para que pueda enfrentar ese tránsito de la mejor manera.
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