lunes, 26 de octubre de 2020

Retos de la educación de cara al 2021

Su presente y futuro depende 
de estudiantes, familia y docentes

Richard Ordoñez | Revista SOMOS CR 

Los retos que la pandemia ha impuesto a varios sectores de la sociedad los ha obligado a hacer un borrón y cuenta nueva en los procesos que se habían tomado como normales y habituales. El sector educativo no es la excepción, de hecho, es uno de los sectores más afectados desde preescolar y hasta la enseñanza universitaria. 

Sobre este tema, hablamos con la MSc. Vannesa Howell Pérez, Coach Ejecutiva Certificada, Docente y Directora de la Licenciatura en Docencia de la Universidad San Marcos. Garantizamos que los temas abordados son de mucho interés para estudiantes, padres de familias e instituciones educativas de todos los niveles. 


¿Cuáles son los retos principales para el cierre de este 2020 y de cara al inicio del curso lectivo en el 2021? 
En términos generales de educación (preescolar, primaria, secundaria y educación superior), creo que el reto más importante es la credibilidad. Menciono la credibilidad porque a raíz de la pandemia, el sector educación es uno al que le ha costado mucho activarse para crear propuestas didácticas y metodológicas pedagógicas y andragógicas para atender a los diferentes actores involucrados en el sistema. Se debe trabajar mucho en crear nuevamente las bases de credibilidad. 

La sociedad costarricense cree que la educación puede darse por medio de mecanismos diferentes como la educación 100% virtual, a distancia, apoyada con tecnología, encuentros sincrónicos y una gran gama de modalidades que hoy existen para la educación no presencial. Para el 2021 hay que visualizar las lecciones aprendidas, lo que nos dejó el 2020 para mejorar y las prácticas que no fueron funcionales. Pero principalmente se tiene el reto de atender a poblaciones con condiciones especiales que no tienen los recursos o posibilidades de continuar con el proceso educativo pero que indiscutiblemente tienen el derecho de seguir adelante. 

Otro gran reto está en flexibilizar el proceso educativo. Teníamos un diseño en el que las clases presenciales tenían un horario que cumplir y las pausas de recreo. Ese modelo no lo podemos llevar a la virtualidad porque ésta tiene características particulares; hay que flexibilizar ese currículo. Hay una gran tarea pendiente de todos los docentes para adaptar ese modelo educativo en cada uno de los niveles de educación. 


Por ejemplo, hay centro de educación preescolar que está dando clases por medio de plataformas digitales en el mismo horario que tenían en presencial. Para esto, necesitan de la asistencia y supervisión de sus padres o de un adulto a cargo. Se tiene que buscar soluciones en el caso de que no se tenga a esa persona cerca o que ésta no maneje bien la tecnología. Tenemos que pensar también en el regreso a la presencialidad de manera controlada y pausada, poniendo como prioridad a la población que tuvo dificultades para adaptarse a la educación virtual. 

¿Cuál debe ser el papel principal del estudiante, los padres de familia y el docente en un contexto de educación virtual? 
Al estudiante, indudablemente, se le debe dar un acompañamiento porque lo que ellos más están extrañando es el contacto con sus compañeros y amigos. Este aspecto social es vital, por lo que hay que apoyarlos explicándoles que estamos en una pausa y que esta situación no durará por siempre. Las familias deben tener conciencia que deben darle esos espacios sociales y seguros a los estudiantes con sus pares. En el desarrollo evolutivo del ser humano esto es muy necesario, todos pasamos por ese proceso y tenemos recuerdos inolvidables de la escuela y del colegio, conversaciones, risas, anécdotas, etc. Los padres de familia deben ser solidarios y empáticos con sus hijos. 

El hecho de los estudiantes estén conectados 8 horas al día frente a un dispositivo, no significa que eso represente un aprendizaje de calidad. Los padres deben informarse sobre los entornos virtuales en educación. 

Los profesores tienen un rol fundamental en la lectura de lo que dejó este 2020 y qué van a implementar en el 2021 en sus clases. “¿Qué puedo aprender y en qué me puedo fortalecer?”, son las preguntas que los docentes nos tenemos que hacer. En un regreso a la presencialidad, las aulas que los docentes dejaron en marzo del 2020 no van a ser las mismas, ese escenario ya no va a existir. Lo que se van a encontrar son escenarios muy controlados y pausados, quizá con un poco de temor por eventuales contagios. ¿Cómo va a ser ese vínculo educativo con nuestros estudiantes sean niños, jóvenes o adultos? Hoy más que nunca se necesita el acompañamiento de profesionales especialistas en salud mental. 

Es muy importante tomar en cuenta que nos vamos a encontrar con escenarios muy diferentes. Algunos estudiantes pueden haber perdido familiares a causa de la pandemia o las circunstancias económicas del hogar son diferentes. Puede haber duelos no cerrados y todos los actores deben tener conciencia de esto. 


Muchas familias se han visto afectadas, algunas más que otras. En un regreso a la presencialidad, habrá comentarios, anécdotas e incluso bromas de parte de profesores y estudiantes sobre lo que se vivió en este proceso. ¿Cómo se debe abordar el tema de la pandemia y sus efectos? 
Al pensar en el regreso de la presencialidad en las aulas, debe haber todo un acompañamiento por parte de los docentes y de profesionales en el área de la Sicología para saber cómo están los estudiantes y cómo se sienten. Todos estamos viviendo esta pandemia de diferentes maneras. 

Es cierto, las familias están enfrentando situaciones de pérdida de uno o varios familiares. Pero también hay familias que se han visto afectadas en lo laboral y lo económico con reducciones de jornadas laborales y despidos. Hay cambios de patrones y hábitos de vida que podrían incluir el traslado a otra vivienda con un alquiler menor, privaciones en salidas y paseos, etc. 

Debe haber una evaluación diagnóstica desde el área socioemocional y cultural desde el centro educativo para tener una radiografía de la situación de sus estudiantes. En las primeras semanas del retorno a una nueva presencialidad, deben haber muchos espacios para el diálogo para que de esta forma el estudiante se sienta seguro en su centro educativo y que sepa que todos estamos juntos en este proceso postpandémico. 

No sabemos si el permiso para el regreso a las aulas se va a dar cuando la vacuna ya esté en el país o cuando se haya logrado vacunar a la mayoría de sectores de la población costarricense. Estos son factores externos de los que no tenemos control, pero de lo que sí tenemos control interno es de saber que la realidad de una persona es subjetiva y no se puede generalizar. Hay familias a las que la situación del COVID-19 los ha afectado profundamente, como hay familias también cuyos cambios en condiciones de vida han sido prácticamente imperceptibles. En otras palabras, no podemos decir en el aula que “no ha pasado nada” ni que “todos han sufrido de la misma manera”. 


El regreso debe ser pausado y controlado porque hay aspectos que se deben tratar y atender desde lo humano. Las primeras semanas se deben desarrollar procesos muy guiados a nivel de socialización para luego, poco a poco, incorporar los contenidos programáticos de una transformación curricular que quedó pausada. Hay que definir la forma en que se va a retomar esta transformación ya que el Ministerio de Educación ha tenido que dar soluciones a las situaciones que se enfrentan en la actualidad. Debemos dar respuestas prontas a las situaciones que se van a ir presentando. Esto nos puede ayudar a prepararnos para dar contingencia a futuros eventos. 

Ante la posibilidad de iniciar el regreso a clases en el 2021 con una modalidad de educación híbrida, ¿cuáles son los factores que se deben tomar en cuenta a nivel educativo? 
A nivel pedagógico y andragógico no podemos regresar con el mismo esquema, la educación cambió de pronto y de forma obligatoria. Lo que aprendimos de la utilización de las Tecnologías de Información y Comunicación (TICs) es que deben tener un papel contextualizado desde la presencialidad. También hay que tener en cuenta que vamos a tener que volver a trabajar en hábitos colaborativos ya que, por la situación actual, los estudiantes se han acostumbrando a un trabajo independiente y hablado. Tendremos que trabajar en habilidades sociales de escucha y expresión conservando las distancias de 2 metros. El docente también tiene que volver a relacionarse con sus estudiantes. 

Pedagógicamente vamos a tener que construir un modelo nuevo y entre todos. Un modelo propio a la situación actual, contextualizado y fundamentado en varios enfoques filosóficos. Debemos desarrollar una gran apertura y flexibilidad para poder adaptarnos a lo que tengamos que enfrentar. 


En términos generales sobre educación, ¿cuál es el aprendizaje más importante que nos deja el 2020? 
Hay grandes lecciones pero en este caso creo que una de las más importantes y que las tenemos que asumir como aprendida, es tener mucha conciencia de que detrás de cada estudiante, independientemente de la edad, hay un ser humano con una historia de vida, con experiencias y que no podemos aislar esto del papel propio del estudiante. 

Muchas veces se ha querido establecer como prioridad el cumplimiento de un programa con sus respectivos contenidos descontextualizando lo que viven nuestros estudiantes y sin percatarnos en dónde están inmersos. A cualquier edad, ellos y ellas tienen preocupaciones, miedos, angustias y sueños que no se pudieron llevar a cabo. Una de las grandes lecciones es constatar que somos seres humanos y que nunca el cumplimiento de un programa académico puede estar por encima porque estaríamos descartando la humanidad de nuestros estudiantes. Esto nos debe quedar claro como aprendizaje del 2020 y debería ser también una consigna de trabajo para los años que tengamos por delante como docentes. 

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