viernes, 13 de diciembre de 2019

98 años de historia y de aporte a la educación de Costa Rica


Richard Ordoñez | Revista SOMOS CR

En el centro de San José, en el corazón del Barrio El Carmen y rodeada de innumerables monumentos y anécdotas históricas, se ubica la Universidad San Marcos. Una casa de enseñanza que por tradición casi centenaria se ha dedicado a formar en Contaduría y Administración de Empresas, tradición que data de 98 años atrás, cuando principalmente la Contabilidad era una profesión que nacía vigorosa en Costa Rica.


 La historia de esta universidad es también la historia de una profesión en el país, es un tributo a la labor docente y al vínculo que se genera entre un profesor y sus estudiantes. Es hablar de vocación, de tradición y de importantes personajes que aportaron no solo a su creación, sino también al desarrollo del país.

Su creador y su inspiración
Don Andrés Boza Cano formó parte de la generación pionera de la Contabilidad en Costa Rica. Fue en sus años de educación secundaria, en el Liceo de Costa Rica, que conoció a quien sería su mentor en esta ciencia y su posterior inspiración, Manuel Aragón Quesada. Es por este motivo que don Andrés Boza Cano decide fundar la Escuela de Comercio Manuel Aragón en 1922 utilizando el nombre de su profesor fallecido un año antes para hacerle un homenaje, mostrar su agradecimiento y admiración.

Boza publicó en 1921 un libro titulado “El sendero mercantil”, un texto revolucionario para la época, ya que expone y detalla aspectos de la Contabilidad de forma empática con el estudiante y con un tino pedagógico verdaderamente eficiente. En sus páginas, Boza hace referencia directa al lazo que lo unió con Aragón y la admiración que le profesaba. Tal era la gratitud hacia Manuel Aragón Quesada, que Boza había apartado el Prólogo para que éste hiciera uso de este espacio y se refiriera al contenido del libro.

“Esta página estaba reservada al prólogo que mi querido maestro don Manuel Aragón Q. me había prometido para este primer libro que ofrezco a los jóvenes… El propio día que le llevé los originales para que los estudiara, fue preso de la dolencia que lo elevó a otras regiones, a las cuales, con profundo respeto, sólo podemos enviar nuestros pensamientos de cariño y gratitud eternos. Fue este sabio el que me dio los principios de esta ciencia, principios que en mi concepto permanecerán inalterables por los siglos de los siglos”, indica en las primeras páginas de dicho libro.

Andrés Boza Cano trabajó para empresas como Ambos Mundos de don Gregorio Santiesteban, también asumió la contabilidad de don Jerónimo Pagés en 1914, y en 1918 recibió la responsabilidad de asumir el poder general de la empresa de don Guillermo Steinvorth.

Consultando las opiniones plasmadas en la obra de Andrés Boza Cano, se evidencia la carencia de libros de texto que apoyaran la labor formativa y técnica de profesionales en Contabilidad, adecuados a la época y a las circunstancias propias del país a inicios del Siglo XX.

Para don Eduardo Fournier Q., reconocido como un excelente contabilista de la época y funcionario del Banco Anglo Costarricense, el método utilizado por Cano era innovador para su época. Por un lado, la formación profesional de la época respondía a una metodología memorística que omitía la posibilidad de que el estudiante desarrollara la capacidad de análisis. El método que Cano fomentaba iba dirigido a un modelo educativo que obligaba al estudiante a realizar análisis críticos, valorar la relatividad de los casos, a distinguir los prejuicios de los conocimientos ciertos, además de ejercitar el razonamiento despertando en el alumno la iniciativa propia. En otras palabras, la visión del autor se perfilaba en un referente disruptivo para esos años.

A estas observaciones se le suman decenas de opiniones de prestigiosos profesionales de la época que tuvieron la oportunidad de revisar el original de la obra de Cano previo a su publicación. En todos los casos, las opiniones favorables destacan en el aporte de “El sendero mercantil” en la preparación de futuros contabilistas.

Nace la Escuela de Comercio Manuel Aragón
Según una transcripción tomada de la revista de colección del Colegio de Contadores Privados de Costa Rica: "Tras la promulgación en el país de las leyes tributarias en el gobierno del Lic. Alfredo González Flores y la Fundación del Banco Internacional de Costa Rica, la nación se ve en la necesidad de formar Contadores que puedan llevar los libros de Contabilidad y Teneduría en las diferentes empresas privadas y públicas existentes hasta entonces en Costa Rica, y es así que empiezan a surgir varias escuelas que se impartirán la enseñanza de la Contabilidad. Es importante mencionar que en 1920 el Liceo de Costa Rica dio cursos de Contabilidad formando así los primeros Contadores, asumiéndolos más tarde la Escuela Manuel Aragón en 1922”.

El 14 de marzo de 1922, en medio de una gran celebración que incluso se publicó en el Diario de Costa Rica, se inauguró la Escuela de Comercio Manuel Aragón.

Este evento marcó un punto muy importante en la historia del Siglo XX para la educación superior. La Escuela de Comercio Manuel Aragón fue la primera institución educativa que brindaba lo que para aquel entonces se llamaban carreras y que en la actualidad se podrían homologar con una formación técnica. Sin embargo, su relevancia es de destacar en virtud de que en el país no existía en aquel momento ninguna opción para que jóvenes o adultos pudieran sacar grados superiores al de colegio. Por lo tanto, la Escuela era la única opción para una formación profesional.

No se puede afirmar que la Escuela Manuel Aragón haya sido el punto de inicio que la distinguiera como la primera universidad en Costa Rica, ya que previamente se había fundado la Universidad Santo Tomás que funcionó entré 1844 y 1888. Por otro lado, las universidades públicas de la actualidad se fundaron desde 1940. Aún así, la Escuela Manuel Aragón inició el proceso de profesionalización de la época y fue pionera en el Siglo XX impartiendo tres carreras iniciales: Teneduría de Libros, Taquimecanografía y Contabilidad.

Francisco J. Órlich recibió su título de tenedor de libros en 1924 (entre 1962 y 1966 ejerció la presidencia) y en 1939 lo obtuvo Daniel Oduber (gobernó entre 1974 y 1978). Son dos ejemplos que ponen de manifiesto la importancia de esta casa de enseñanza.

¿Quién fue Manuel Aragón Quesada?
Además de ser la inspiración de Andrés Boza Cano, Manuel Aragón Quesada fue un personaje de la época. Nacido en 1851, tuvo 11 hijos  y se le conoce como docente y político con amplia carrera entre finales del Siglo XIX e inicios del Siglo XX.

Manuel Aragón Quesada fue profesor del curso de Contabilidad en el Liceo de Costa Rica y fue de las primeras personas en impartir esta materia en el país. Además de formar parte de la base de profesionales que dio inicio a la profesión en el país, fue un docente inspirador y con alta vocación de servicio.

Del mismo modo, fue Diputado entre los años 1888 y 1892. Dentro de este periodo fungió como Presidente del Congreso entre 1889 y 1890. Fue representante de Costa Rica en países de Centroamérica, Estados Unidos y Europa, además de Secretario de Estado en el Gobierno de Bernardo Soto y en el de Juan Bautista Quirós. Como parte de su trayectoria documentada en la Biblioteca de la Asamblea Legislativa, figura también que fue Director de la Oficina de Estadística del país.

Transformación a IPECCO y luego a Universidad San Marcos
La Universidad San Marcos ha llevado un proceso evolutivo a los largo de casi 98 años de historia. Comenzando como la Escuela de Comercio Manuel Aragón, transformándose luego en el Instituto de Profesionalización en Ciencias Contables Manuel Aragón (IPECCO), para posteriormente transformarse en la Universidad San Marcos y el Colegio San Marcos. A pesar de vivir esta escalera de cambios, se mantiene la esencia heredada de su fundador ya que siempre fue una misma institución.

En la década de 1930, su fundador cedió la empresa a don José Rafael Acuña Zúñiga, graduado de la Escuela. Posteriormente, lo relevaría en dicha responsabilidad su hijo José Rafael Acuña Montenegro. La Familia Acuña estuvo al frente de la Escuela por aproximadamente 50 años. En ese proceso, la Escuela de Comercio Manuel Aragón se transformó en el Instituto de Profesionalización en Ciencias Contables Manuel Aragón (IPECCO) en el año 1974.

IPECCO fue el primer instituto parauniversitario que el país vio nacer, por lo que seguía siendo un referente en evolución educativa. La institución ofrecía dos diplomados en Contabilidad y Administración de Empresas.

En 1980, ingresaron a laborar tres profesores nuevos a la institución, José Eduardo Álvarez, Ronald Seravalli y Joaquín Brizuela. Un año después, Álvarez, Seravalli y Brizuela deciden comprar IPECCO para darle continuidad al legado de Boza y los Acuña.

“Había una historia que se había desarrollado alrededor de la Escuela Manuel Aragón e IPECCO Manuel Aragón, cada una jugando un rol importante según la época en la que se desarrolló. En 1981, don José Rafael Acuña Montenegro ya estaba muy mayor y aunque intentó hacer un legado familiar, sus hijos no tuvieron interés de continuar con el instituto porque sus especialidades eran muy diferentes a la educación, por lo que nos ofreció el Instituto. Él confió en nosotros para continuar con lo que había sido la empresa familiar por muchos años. En ese momento yo daba cursos de Matemática Financiera y Contabilidad; José Eduardo y Ronald eran profesores de Costos y de otras materias. Todos entrábamos en las ramas de la Administración y la Contabilidad”, comentó Joaquín Brizuela.

“Después de comprar IPECCO hicimos grandes esfuerzos para seguir creciendo y pasamos de un local pequeño que estaba situado en lo que hoy es el parqueo Oeste del edificio principal del Instituto Nacional de Seguros a uno ubicado al costado Sur de la estación de los buses que van a Heredia por Tibás. Hoy, ese terreno también es un parqueo. En este lugar teníamos mucho más espacio para hacer crecer el instituto”, añadió Brizuela.

La posibilidad de desarrollar infraestructura nueva hacía vislumbrar un mejor desarrollo del negocio. Pero, con el tiempo, este local también se hizo pequeño, por lo que en 1995 compraron lo que hoy se conoce como el Edificio A de la Universidad San Marcos. En aquel momento, la edificación llevaba mucho tiempo desocupada y era propiedad de mexicanos. Posteriormente, y consecuentes con su visión de crecimiento, decidieron expandirse.

“Con el tiempo compramos primero un terreno que estaba detrás del edificio en donde había un hotel pequeño llamado Hotel Morazán que demolimos para hacer un parqueo porque estábamos creciendo. Luego, compramos lo que hoy es el Edificio B al Colegio de Farmacéuticos. Finalmente, en lo que hoy es la entrada principal al actual parqueo, había una chicharronera que se incendió. Ese local también lo compramos y lo demolimos para unir ambos terrenos”, comentó.

La expansión en infraestructura y el entorno legal de la época hizo que los dueños de IPECCO decidieran transformar el Instituto en una casa de educación superior y fue así que en el 1996 quedó inscrita la Universidad San Marcos, producto de su linaje institucional histórico originado en 1922.
La Universidad San Marcos inició impartiendo las carreras de Administración de Empresas y Contabilidad en los niveles de bachillerato y licenciatura en las noches, por lo que las instalaciones estaban disponibles durante el día. Es así que sus dueños decidieron, un año después de abrir la Universidad, fundar un colegio universitario que operara en las mismas instalaciones pero en horario diurno. Así nace el Colegio San Marcos.

El Colegio San Marcos fue el primer colegio académico y profesional que aprobó el Consejo Superior de Educación. Los graduados del colegio podían ostentar a títulos técnicos que posteriormente se podrían convalidar para continuar sus estudios superiores en la Universidad. Según Brizuela, no fue una estrategia que funcionara en la práctica. Aun así, el Colegio funcionó por 10 años, sin embargo, la Universidad continuó creciendo al punto de requerir las aulas en horarios diurnos. La decisión de los dueños fue cerrar el Colegio en el año 2007.

La Universidad pasa a formar parte de la Red Ilumno

En el año 2012 inicia una nueva etapa para la universidad, cuando la Red Ilumno, una de las redes universitarias más grandes del continente, pone su atención en la Universidad San Marcos para incluirla en su proceso de modernización y virtualización. A partir de ese momento, y específicamente desde año 2016 cuando entran a funcionar las carreras 100% virtuales, se marca un hito importante y sin precedentes en la democratización de la educación universitaria de calidad. Hoy, hay estudiantes de la Universidad San Marcos en muchos países del mundo que se relacionan con sus profesores por medio de una plataforma virtual de última generación, Canvas. Este es el inicio de un nuevo y poderoso capítulo en la historia de la institución educativa que Boza Cano creó.

Desde que la Red Ilumno adquirió a la Universidad San Marcos, la mira estuvo puesta en la capacitación de la plana docente y administrativa para la apertura de las carreras 100% virtuales. Para entonces, la virtualidad no era algo habitual en la educación, las plataformas existentes servían para llevar el control de la asistencia y quizá el ingreso de notas.

La Universidad San Marcos inició el proceso de construcción de cursos completos en las plataformas con las que se contaban en ese momento. Los docentes se capacitaron como contenidistas y como tutores virtuales. Para muchos estudiantes, había un aula alternativa y era la plataforma en la que podían ver el curso, hacer tareas, hacer exámenes y ver sus notas. La virtualidad vino a potenciar el desempeño de estudiantes y docentes incluso en la presencialidad.

La virtualidad como camino a la democratización de la educación
Previo al segundo cuatrimestre del 2016, se realizó una sesión de trabajo en el auditorio de la Universidad San Marcos. Una decena de profesores se habían preparado para iniciar con carreras 100% virtuales en los próximos días. El papel del tutor era vital para llevar a cabo un curso exitoso. La virtualidad, por su parte, no tenía que representar una lejanía real entre los estudiantes y el profesor. Desde ese momento, la población de estudiantes virtuales ha crecido en forma exponencial.

Hay miles de estudiantes costarricenses y extranjeros estudiando una carrera universitaria de calidad desde diferentes zonas de Costa Rica y de mundo. Desde las playas de Guanacaste, el Caribe limonense, la frontera con Panamá, zonas bananeras y los lugares más recónditos de la Zona Norte. Desde todo el país hay estudiantes que no tienen la posibilidad de asistir de forma presencial a una universidad porque sencillamente no existe un establecimiento cerca.

Países como Australia, Argentina, Estados Unidos, Panamá, Nicaragua, Argentina, España o Japón, albergan costarricenses que por algún motivo tienen que estar lejos de su tierra de forma permanente o temporal. Sin embargo, están estudiando las carreras de Administración, Contaduría y Mercadeo relacionándose con sus compañeros por medio de foros y las distintas herramientas que la tecnología actual pone a disposición del ser humano. Cuando vuelvan, tendrán su título y serán profesionales hábiles y preparados para enfrentar las coyunturas actuales.

La virtualidad llegó para quedarse en Costa Rica. La Universidad San Marcos, por ende, es líder indiscutible en este tipo de educación y, del mismo modo, ha reestablecido el sentido de la democratización y la inclusión en los procesos educativos. Hoy, no existe motivo lo suficientemente fuerte como para impedir que una persona persiga sus sueños y se prepare para ir por ellos. La Universidad San Marcos, les brinda las herramientas, esté donde esté.


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