Richard
Ordoñez | Revista SOMOS CR
En
el 2010, las Naciones Unidas reconocieron que “el derecho al agua potable y el
saneamiento es un derecho humano esencial para el pleno disfrute de la vida y
de todos los derechos humanos”. Por derecho humano al agua se entiende el
derecho de toda persona, sin discriminación, a disponer de agua suficiente,
segura, aceptable, accesible y asequible para uso personal y doméstico, y
comprende el agua para el consumo, el saneamiento, la preparación de alimentos
y la higiene personal y doméstica.
Manuel Salas Pereira, Gerente General
del Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AYA)
El
22 de marzo se celebra el Día Mundial del Agua, por lo que conversamos con el
Sr. Manuel Salas Pereira, Gerente General del Instituto Costarricense de
Acueductos y Alcantarillados (AYA), sobre este tema y las acciones realizadas
por la institución en el marco de sus 58 años.
En el marco del Día Mundial del Agua a
celebrarse en el mes de marzo, ¿cuál es el estado actual del recurso hídrico
para Costa Rica?
Este
año estamos enfrentando nuevamente el Fenómeno del Niño. Como sabemos, este es
un fenómeno de escala global y una característica importante es que un ciclo de
este tipo que se daba cada siete años, ahora se está presentando cada tres
años. A pesar de que el pronóstico no es tan severo como el anterior a nivel de
disminución de precipitaciones, lo que lo hace particularmente difícil esta vez
es que se está repitiendo muy pronto y se estima que la afectación se estará
dando de forma más repartida en todo el territorio nacional en lo que se refiere a la afectación del
agua.
Hace
tres años nosotros teníamos mucha agua en el Caribe y poca en el Pacífico. Eso
significaba que los problemas que teníamos que enfrentar estaban solo en una
zona. Ahora estamos ante una afectación más pareja. En este momento tenemos
problemas de precipitación en la región Huetar Norte y disminución de
precipitación en todo el Caribe. Los estudios nos dicen que, de lo calculado
inicialmente, tenemos 25% menos de lluvias. Desde el punto de vista del AYA, el
problema es más generalizado. Hemos
tenido que llevar agua en camiones cisterna a muchos sectores en el Caribe.
En
el Gran Área Metropolitana, donde están colocados la mayor cantidad de
servicios, hemos tenido un impacto de hasta un 15% de la población, un
aproximado de 114.000 habitantes afectados en diversas zonas como las Nubes de
Coronado, San Jerónimo, el Llano de Alajuelita, Tres Ríos, San Juan de Dios de
Desamparados, entre otros.
Nosotros
hablamos de tres tipos de afectaciones. La afectación alta es de más de 12
horas sin servicio de agua, entre 6 y 12 horas es afectación media, y por
debajo de 6 horas es afectación baja. En todos los casos, las familias siempre
tienen agua por lapsos, lo que les permite almacenar lo que necesitan, pero
esto no deja de generar incomodidades. Este no es un problema de
infraestructura sino de falta de precipitación.
¿Qué está sucediendo en el caso de La Carpio en
donde hubo protestas recientemente?
En
este caso se mezclan dos factores. El primero es la falta de agua y el segundo
son las conexiones ilegales que algunas familias han realizado. En este sector
tuvimos un aumento de población de 10.000 habitantes a 30.000 en muy poco tiempo
y muchas de las construcciones que se realizan son ilegales, es decir, sin los
permisos correspondientes. Hay gente que está debidamente conectada y paga,
pero hay otros que no y son la mayoría. En todo caso, el problema no es el
pago, el problema está en las conexiones ilegales que no nos permite controlar
el estado de nuestras redes.
Según la Organización de las Naciones Unidas
(ONU), para el 2030 se espera un cambio climático importante y si en este
momento no se toman medidas concretas en conservación del medio ambiente. ¿Cómo
visualizan ustedes esta situación a futuro en el marco del trabajo que realiza
la Institución?
Recientemente
recibí una información del Banco Mundial que indica que, en términos globales,
el 0,5% del agua del planeta es segura para consumo humano. Además, dos de cada
cinco personas sufren de escases de agua y 263 millones de personas invierten
más de 30 minutos en ir a buscar agua. Por mucho tiempo, se pensó que Costa
Rica estaba al margen de esa realidad y no es así. Usted puede ver hoy gente haciendo fila con ollas y
baldes en la Zona Atlántica para recoger agua de un camión cisterna. Por otro
lado, las aguas que uno podía beber de un manantial o de pozos naturales ya
están escaseando. Hay pozos en Guanacaste y en la Zona Atlántica que tienen
hierro, manganeso, aluminio, arsénico y otros elementos que hacen que el
líquido no sea potable.
El
país no administra sus cuencas hidrográficas como una única unidad de gestión,
sino que hay una fragmentación política que impide una correcta gestión de
cuencas. Otro elemento para analizar en esta situación es que en el país existe
el AYA, 29 municipalidades, 1.500 ASADAS y la Empresa de Servicio Públicos de
Heredia (ESPH). Tenemos alrededor de 1.600 administradores de acueductos, este
es otro elemento de dispersión.
¿Cuáles serían entonces las acciones concretas
que se podrían tomar para garantizar el acceso al líquido en el futuro?
De
cara a un cambio climático irreversible, el país tiene que tomar decisiones
urgentes por eso es que hemos insistido mucho en la Ley de Aguas. Es necesario
que se modernice el marco legal y para que se apruebe otro proyecto de ley que
nos permita tener acceso a zonas que tienen un nivel de protección boscosa y
así capturar el agua en esos sectores. Al estar estas zonas protegidas, sabemos
que no habrá más construcción, pero en la actualidad no podemos hacerlo porque
no podemos tener estructuras permanentes en zonas forestales protegidas. A
largo plazo tenemos que desarrollar grandes proyectos para abastecimiento de
agua. Los proyectos pequeños son paliativos y útiles pero no son la solución.
¿Habría algún impacto ecológico al ingresar en
estas zonas boscosas?
Hay
un impacto ecológico en la construcción de las estructuras. Sin embargo, cuando
esté completo, al AYA le va a interesar que esa fuente natural permanezca. Para
esto, la Institución tiene programas de restitución de árboles, programas
forestales y demás proyectos que compensan el impacto natural de las obras.
Estos proyectos estarían orientados en la captación de agua. Con la rapidez con
que la naturaleza se regenera, no habría mayor afectación.
¿Cuáles son las medidas que una familia
promedio puede tomar para contribuir a la protección del agua?
Las
familias tienen que ponerse de acuerdo en cuánto líquido van a consumir
revisando la cantidad de metros cúbicos mes a mes. Cada familia debe estudiar
los cuidados básicos del uso del agua en labores cotidianas (cocina, lavado de
ropa, lavado de vehículo, riego de plantas, etc) para determinar en qué
acciones es que están desperdiciando este valioso recurso. Dentro del uso del
agua hay acciones que pueden ser muy sencillas como por ejemplo el momento del
baño. Una práctica correcta es tener el tubo cerrado cuando la persona se está
jabonando y abrirlo solo para enjuagarse.
Hay
artefactos que ayudan a reducir el agua. Hay grifería que mezcla aire y agua
cuando se abre el tubo, ahorrando hasta 30% menos de agua. Por otro lado, la
revisión constante de fugas es muy importante para una detección temprana.
Este
no es un tema de costos porque en realidad el agua es un servicio muy barato.
Hay familias en las que se paga mucho más por tener planes con distintos
operadores celulares. Este es un tema de protección del agua, que es un recurso
escaso. Si sumamos los pequeños esfuerzos de miles de familias, tenemos un gran
impacto favorable. Imagínese que en este momento tenemos un déficit de 15%, y
si cada familia ahorrara el 10% de su consumo, el déficit sería de solo 5%. El
gasto excesivo de agua va a ser el faltante de otros.
¿Cuáles son los proyectos más importantes que
están desarrollando?
Tenemos
proyectos de gran escala. Uno que terminamos hace poco es el Proyecto de
Trancas, Sardinal - El Coco y Nimboyores que es toda la zona costera de Santa
Cruz en Guanacaste. Estos tres proyectos juntos nos permiten aportar un caudal
de 350 litros por segundo. Sin embargo, vamos a hacer una expansión en
Nimboyores de 120 litros por segundo.
Otro
proyecto que estamos por comenzar es uno de 1.500 litros por segundo en Limón,
este proyecto es casi tan grande como el de Orosi que produce alrededor de
2.000 litros por segundo. En este momento estamos completando el acueducto
integrado de Limón Sur, solo faltan unas interconexiones. Del mismo modo,
estamos terminando una planta de tratamiento en este acueducto y acabamos de
inaugurar un tanque de 10.000 metros cúbicos. En Pococí tenemos un proyecto muy
importante para aportar 150 litros por segundo a corto o mediano plazo. Hay más
proyectos en esa zona como en Matina, Guácimo y otros sectores que también son
muy prioritarios para esta administración.
En
la Región Chorotega tenemos proyectos en Cañas y Liberia, además de los
proyectos mencionados anteriormente en la zona costera de Santa Cruz. Por su
parte, en la Región Brunca, tenemos trabajos importantes en el acueducto de
Pérez Zeledón, Ciudad Cortés y la ampliación y mejoramiento del acueducto en
Palmar Norte.
En
San José estamos trabajando con el proyecto Orosi II o Quinta Ampliación del
Acueducto Metropolitano. Con esta ampliación llegaríamos a los 2.500 litros por
segundo. En cuanto a este último proyecto, estamos a la espera de que se
termine el estudio de impacto ambiental para iniciar obras. Queremos incorporar
al menos tres pozos más en la zona norte del Gran Área Metropolitana. Hay una
enorme cantidad de proyectos más pequeños.
¿Cuál es el estimado en inversión realizada
recientemente?
En
los últimos cuatro años hemos invertido aproximadamente 274 mil millones de colones
entre todos los proyectos. Estos montos triplican la inversión realizada en los
cuatro años anteriores. Tenemos en este momento 129 proyectos en diferentes
etapas de ejecución.
Pese a todo este esfuerzo y la infraestructura con la que contamos, nada podemos
hacer si no hay agua en las fuentes. Ante esto, hay que ampliar los criterios
de protección frenando la expansión urbana en zonas no convenientes y
definiendo las áreas de recarga para proteger el recurso hídrico. Una segunda
medida es que el uso del agua para consumo sea prioritario. En tercera
instancia, hay que frenar la ilegalidad como por ejemplo el caso de El Coco –
Sardinal en donde generamos 70 litros por segundo, pero si se hace el recuento
de los pozos ilegales en la zona, supera por mucho lo que generamos.
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